En la década de los 40, en un mundo conmocionado por los combates, con las principales potencias enfrentadas en bloques irreconciliables en una guerra total, y sin organismos supranacionales aceptados por la comunidad internacional, la mayoría de las monedas no eran intercambiables por las de otros países, al contrario de lo que sucede en el mundo actual.
El báncor fue una idea del insigne economista británico John Maynard Keynes, que participó en la conferencia como líder negociador de la delegación de su país.
Para entonces, Keynes era ya considerado el gran gurú de la economía mundial por sus conocidos trabajos sobre los desequilibrios económicos que habían llevado a la Gran Depresión de 1929 y a dos guerras mundiales. Su prestigio traspasaba fronteras.
Keynes tenía muy presente que las sanciones impuestas a Alemania tras su derrota en la Primera Guerra Mundial y el castigo sufrido por su población habían sido una de las principales razones del descontento que aupó al poder a los nazis, y uno de los incentivos para que Hitler se embarcaran en un agresivo expansionismo militar en Europa junto con su aliado, el líder de la Italia fascista, Benito Mussolini.
También sabía que los desequilibrios en el reparto del comercio mundial, agravados por guerras comerciales, los aranceles y la depreciación competitiva de las divisas, habían dañado la economía mundial y la confianza entre gobiernos y pueblos.
Ese anhelo chocaba con la realidad de un mundo en guerra.
Las hostilidades habían dificultado los intercambios en todas partes, pero no era ese el principal problema, sino la falta de confianza.
En un mundo conmocionado por los combates, con las principales potencias enfrentadas en bloques irreconciliables en una guerra total, y sin organismos supranacionales aceptados por la comunidad internacional, la mayoría de las monedas no eran intercambiables por las de otros países, al contrario de lo que sucede en el mundo actual.
En 2024 uno puede cambiar pesos mexicanos por soles peruanos y estos por euros, libras esterlinas o cualquier otra moneda fiable, pero ese no era el caso en 1944.
Keynes aspiraba a un mundo en el que todas las naciones pudieran prosperar y comerciar. Y para eso lo primero que necesitaba era una moneda aceptada y convertible para todos.
Así concibió Keynes el bancor, una moneda común a todos los países con la que todos podrían comerciar.
Y como toda moneda, el bancor necesitaría un organismo que la respaldase y regulase, en este caso uno al que Keynes llamó Unión Internacional de Compensación (UIC), cuya junta directiva estaría formada por representantes de todos los países y que se complementaría con un nuevo Banco Mundial.
El báncor sería la moneda utilizada en los intercambios entre los países adheridos al sistema y su valor estaría respaldado por una combinación de divisas en poder de los bancos centrales nacionales.
Cada país recibiría una cuota anual de bancores proporcional a su participación en el comercio mundial. Si la balanza de pagos de alguno caía en déficit, se le entregarían bancores que la equilibraran; si la de algún otro acumulaba superávit, se le descontarían bancores de su cuota.
Según la visión keynesiana, esto animaría a los países a equilibrar su comercio de bienes y servicios, lo que pondría fin a los aranceles y las guerras comerciales que habían obstaculizado el comercio internacional en la década de 1930.
Keynes quería evitar que los países más fuertes acumularan un excesivo superávit en su balanza comercial mientras los más débiles se veían atrapados en un déficit y una deuda cada vez mayores que impedían su recuperación económica y lastraban el crecimiento global. Para ayudar a estos países en apuros, Keynes concibió el FMI y el bancor.
Era una propuesta radical que pretendía reducir las diferencias entre países ricos y pobres y favorecer la prosperidad de todos. Pero su propio creador era consciente de las dificultades de la nueva moneda.
“La propuesta es complicada y novedosa, y quizá utópica en el sentido, no de que sea imposible de llevar a la práctica, sino de que presupone un mayor entendimiento, espíritu de innovación valiente, y de cooperación y confianza internacional del que es razonable asumir”, dijo Keynes.
Gran parte de lo que se dio en llamar el sistema de Bretton Woods, como el FMI y el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, que luego se integraría en el Banco Mundial nació de las ideas del economista británico.
Pero el bancor nunca pasó de sus cuadernos de notas a la realidad.
Alguien muy poderoso y también presente en Bretton Woods se opuso: Estados Unidos.
Los delegados en Bretton Woods querían evitar que se repitiera otra guera mundial
La realidad de 1945
Aquel mundo de entre guerras estaba basado en el patrón-oro, por el que el valor de una moneda dependía de la capacidad del estado emisor de canjearla por oro.
Y el esfuerzo bélico en las dos guerras mundiales, así como la dinámica internacional, habían hecho que los británicos agotaran sus reservas de oro aceleradamente.
Lo contrario había sucedido con Estados Unidos, hacia 1944, este país concentraba el 60% del oro mundial y el dólar era la única moneda en la que se confiaba en todo el mundo, por lo que se había convertido en la más utilizada.
La propuesta de Keynes de crear una moneda mundial alternativa hubiera permitido a Londres conservar al menos parte del control del sistema monetario internacional que, de otra manera, quedaría totalmente en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Para los estadounidenses, que la mayoría de los intercambios se realizaran en dólares en ese momento no era un problema, sino una ventaja, debido a que convertía a su industria en el proveedor principal para todo el mundo.
Y el objetivo keynesiano de ayudar a los países en apuros a reducir su deuda tampoco era visto como una prioridad en Washington, ya que por aquel entonces era el principal prestamista mundial.
Por todas esas razones, los Estados Unidos plantearon que la moneda mundial fuerte y fiable que Keynes quería crear ya existía; era el dólar, que desde entonces se consolidó como la divisa de referencia.
Los británicos acabaron cediendo porque para reconstruir su economía tras la guerra necesitaban ayudas que solo Estados Unidos estaba en condiciones de aportar.
Uno de los representantes británicos en Bretton Woods resumió claramente por qué: “Necesitábamos la plata”.
La idea del bancor quedó para siempre archivada en los cajones de la historia. Y la economía mundial se ha movido desde entonces principalmente en dólares.
Texto basado en articulo de https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/bancor-proyecto-moneda-global-cuyo-100748044.html
Fotos fuentes externas
noticieroalternativo@gmail.com
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