Marruecos, con el apoyo de Estados Unidos, trabaja en un gran proyecto que daría una salida al mar, por el puerto de Dakhla (Antigua Villaciseros) a los países del Sahel que carecen de litoral. Mercancías, personas, etcétera se beneficiarían de la obra consistente en la implementación de una ruta, con una nueva frontera en Mauritania.
El proyecto estaba teniendo una buena acogida hasta que ha aparecido en el escenario Rusia, que cada día que pasa, tiene una mayor implantación en muchos países africanos, bien por medio de sus empresas o las fuerzas militares de Wagner y el recién creado África Korps.
Lo que ofrece Moscú, a través de su empresa Rusal, es la construcción de un ferrocarril y un puerto en Guinea Bissau. Este proyecto ferroviario conectaría Guinea Bissau con Mali, Burkina y Níger, según noticias difundidas en redes sociales acreditadas.
Que los dos proyectos puedan ser complementarios está por ver y el que se llevará el gato al agua será el que haga una oferta más atractiva, en el menos tiempo posible.
Está claro que Rusia va a por todas en la zona, ha logrado desplazar a las fuerzas militares occidentales y, pese a que los “particulares” métodos de los mercenarios de Wagner en su lucha contra el yihadismo, que tanto malestar causan en las poblaciones afectadas impotentes ante las barbaridades de los soldados de fortuna, su presencia e influencia es cada vez mayor.
Se ha repetido en infinidad de ocasiones que el Sahel es la frontera de Europa en lo que a lucha contra el terrorismo se refiere y dejar en manos de Putin un asunto tan delicado es darle una baza estratégica importante. Abierto el flanco norte en Ucrania, ahora tiene uno en diseño otro en el sur, cuyo control va tomando. Como para que los estrategas militares y policiales europeos se lo piensen.
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