Isidro Toro Pampols .·.
El mundo afronta a diario riesgos, pero son los del mercado los que suelen llamar, no exclusivamente, la atención de medios de comunicación, al que los empresarios están atentos y los dirigentes políticos deberían igualmente hacerlo.
Estos riesgos son económicos, financieros y geopolíticos.
Una recesión puede ubicarse entre los riesgos económicos, un estado en que la economía se paralice e incluso se contrae. Mientras que la política monetaria, la tasa de interés, que suban los tipos sin que exista una recesión, es un riesgo financiero.
Un riesgo financiero de consecuencias graves es el endeudamiento descontrolado de algunos países, en Hispanoamérica tenemos ejemplos, que desemboca en una recesión de la economía.
El riego geopolítico es otra cosa. Las crisis internacionales comienzan a florecer tras varias décadas de relativa tranquilidad desde la derrota de la Unión Soviética y la temporal hegemonía de los estadounidenses.
Eso fue así hasta hace poco. Pero hoy vivimos en un mundo convulso al que debemos prestar tanta o más atención a los riesgos geopolíticos que a los económicos.
Observamos las noticias de los organismos internacionales y, en general siempre con sus excepciones, el mundo proyecta indicadores de crecimiento económico en un horizonte cercano. Los países tienden a controlar la inflación y las bolsas de valores se estabilizan.
Pero al revisar la situación geopolítica nos encontramos en Europa con la confrontación Rusia – Ucrania con todos los actores implicados.
Oriente Medio no deja de sorprendernos con nuevas acciones que elevan la temperatura del permanente conflicto en la zona.
China en su crecimiento exige espacios que considera suyos y es parte de una complejidad en Asia donde juegan factores imprevisibles como Corea del Norte o de un Japón que anuncia medidas de rearme.
Las guerras han sido el motor de la industria armamentistas y significa una contribución a la economía real ya que genera puestos de trabajo, requiere de insumos, dinamiza los servicios, entre otros factores. Así que las guerras que observamos en el planeta destruyen por un lado y reconstruye por el otro. Ahora, lo que no podemos obviar es que laceran la dignidad humana.
China hoy presenta un cuadro con bastantes problemas económicos. Muchas fabricas han emigrado a México convirtiendo al país azteca en el primer socio comercial de los EE UU. La crisis China podría agravarse si Donald Trump gana las elecciones y reinicia su política proteccionista frente al gigante asiático.
Frente a una realidad compleja, China podría recurrir a una salida militar para reactivar su economía, al mejor estilo capitalista occidental.
Oriente Medio es un constante sobresalto, con un Irán cada día más poderoso militarmente, suministra armas a Rusia en su conflicto con Ucrania, y un Israel decidido a eliminar a sus enemigos más cercanos: Hamas y Hezbola, la situación puede agravarse en cualquier momento.
La guerra Rusia – Ucrania, que al principio parecía ser de corta duración, va para tres años. Cada vez escala más, particularmente probando armamentos sofisticados. Es un laboratorio de guerra. Recuerda la Guerra Civil española (1936-1939) donde la Alemania nazi, la Italia fascista y la Rusia bolchevique probaron sus tácticas y armamentos, mientras los españoles aportaban los muertos.
A todo esto, hay que agregar el avance de los llamados euroescépticos y la ultraderecha en las elecciones en los países europeos, así como en las parlamentarias generales de la Unión.
Frente a esta situación no faltan asesores financieros que orientan a los inversionistas hacia activos que tradicionalmente suben de valor en tiempo de conflictos. Recordemos que muchas de las grandes fortunas del mundo se han hecho en tiempos de crisis.
Ahora, ¿quiénes orientan a los políticos que dirigen los gobiernos de nuestros países?
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