En un pequeño país insular situado en el límite oriental del Caribe, se da una especie de musgo marino silvestre, o algas rojas, llamada Gracilaria, que los dominicanos tradicionalmente han cultivado y utilizado para elaborar bebidas, geles y otros productos, tales como tintes textiles.
La Gracilaria, al igual que otras variedades de musgo marino, posee muchos usos dietéticos y cosméticos. Pero, como es una variedad de crecimiento lento, los acuicultores han tenido dificultades para producirla y asegurar el suministro, lo que ha dado lugar a la dependencia de las importaciones de otras variedades procedentes de las islas vecinas para satisfacer la demanda local.
El cultivo de este musgo marino es un proceso complejo que conlleva cosechar las algas, eliminar las plantas invasoras y los detritos, y blanquear y secar al sol las algas cosechadas, antes de envasar la materia prima desecada para su venta.
Por desgracia, la especie Gracilaria atrae fácilmente las plantas invasoras, como las epifitas. Mientras que otras especies de algas son autolimpiante, la limpieza de la Gracilaria es muy laboriosa y requiere el uso intensivo de mano de obra. Además, el rendimiento de la Gracilaria es relativamente escaso, siendo la proporción de algas secas obtenidas, en promedio, de 1 kg por cada 18 kg de algas mojadas, y por tanto genera menos beneficios.
“Muchos acuicultores cultivaban el musgo marino por su cuenta. Tenían muchas dificultades para cultivar la Gracilaria, y los beneficios no eran siempre muy altos. Eso los desanimaba, y algunos dejaban de cultivar musgo marino”, explica Dorian Sanford, un funcionario del Departamento de Pesca, responsable de acuicultura y maricultura.
Pese a esas dificultades, muchos acuicultores se resistieron a abandonar el musgo marino.
Una solución al problema fue la Eucheuma cottonii, una especie de musgo marino comercial introducida en la región hace muchas décadas. Esta especie formó parte de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) centrado en fortalecer los medios de vida, apoyar el desarrollo sostenible y crear cadenas de valor agroalimentarias resilientes.
El proyecto de la FAO proporcionó capacitación teórica y práctica acerca de la producción de Eucheuma cottonnii y las buenas prácticas en acuicultura. Dirigida por Thomas Nelson, un experto en musgo marino de la isla de Santa Lucía, esta actividad de capacitación se impartió a técnicos, oficiales de extensión y acuicultores de tres cooperativas productoras de musgo marino.
La Eucheuma cottonii es una especie de rápido crecimiento y autolimpiante que produce musgo marino de calidad y en la cantidad necesaria para una producción rentable. Esta especie ha tenido un gran éxito en Santa Lucía y otras islas vecinas que cultivan musgo marino con fines comerciales.
Desde que tres importantes grupos de acuicultores de las comunidades de Woodford Hill, Calibishie y Grand Bay empezaron a trabajar con la Eucheuma cottonii, se han observado considerables mejoras en la producción y el rendimiento del musgo marino.
“Desde la intervención de la FAO, hemos conseguido que los grupos de acuicultores participen en la experimentación con esta especie de musgo marino. Al principio, algunos tuvieron problemas, pero al cabo de unos meses los grupos vieron con entusiasmo el nuevo rendimiento y se animaron a plantar y cosechar el musgo marino. Algunos grupos empezaron a cosechar cantidades entre 180 y 325 kg de musgo marino”, dice Sanford, que también recibió capacitación de la FAO, y ahora orienta a los acuicultores con vistas a la producción comercial de musgo marino en la isla.
Desde la introducción de la Eucheuma cottonii, el cultivo del musgo marino se ve con más optimismo.
Dos de los principales elaboradores de productos acuícolas de Dominica compran la materia prima a los productores locales. El grupo de acuicultores de Grand Bay exporta musgo marino en pequeñas cantidades a los Estados Unidos de América, y el de Woodford Hill estudia la posibilidad de transformar el musgo marino en cosméticos.
Para seguir orientando a los acuicultores y desarrollando la industria, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Economía Azul y Verde está apoyando a los acuicultores mediante la introducción de secaderos; además, ha creado un vivero de la especie Eucheuma cottonii para ayudar a los acuicultores dedicados al cultivo de musgo marino, tanto los nuevos como los ya establecidos. El vivero permite a los acuicultores recuperarse más deprisa de los daños y las pérdidas de musgo marino causadas por tormentas, como la tormenta tropical Bret, que azotó la isla en junio de 2023. El vivero les proporcionó 18 kg de musgo marino para reabastecer sus explotaciones acuícolas.
A pesar de las esporádicas dificultades debidas a los fenómenos meteorológicos extremos, el musgo marino continúa ocupando un lugar destacado en el programa acuícola del país, habida cuenta de las elevadas posibilidades de obtención de ingresos que representa. Su producción está creando puestos de trabajo y mejorando la calidad de vida de los acuicultores dominicanos y sus comunidades.
“Pronto Dominica será un país muy conocido gracias al cultivo de musgo marino”, dice Sanford.
Fomentar la producción es solo el primer paso para establecer la cadena de valor. El objetivo a largo plazo del proyecto es reforzar los vínculos entre los sectores privado y público. Mediante la creación de esas asociaciones a largo plazo, se pueden impulsar las inversiones en el sector del musgo marino, así como mejorar la resiliencia y la sostenibilidad de su producción en Dominica.
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