Artículo de Isidro Toro Pampols
Dos concepciones se hacen presente en la política: la Disneyficación y el pensamiento Alicia. El primero, la Disneyficación, es un neologismo que se utiliza generalmente de manera despectiva e implica una homogeneización del consumo, la comercialización y el trabajo emocional. En el sector urbanístico, donde es recurrente su uso, es una tendencia por la que un lugar pierde su carácter original para acabar siendo una especie de parque temático. Los críticos más acervos lo califican como la acción del ultra capitalismo tendente a la masificación que destruye la riqueza y la variedad urbana para estandarizarla en un producto consumible, ajeno de la realidad, procurando cambiar lo que ha crecido de manera orgánica durante el paso del tiempo por una apariencia idealizada para el turista, o sea, la idea del parque temático.
Proyectado al campo de la política podemos inferir que en la narrativa se eliminan las referencias negativas de lugares y acontecimientos para hacerla más agradables y fácil de entender a los electores. Esto, al igual que la publicidad de los parques temáticos, se persigue con la aplicación del mercadeo político, o sea, la aplicación de la psicología que busca comprender la mente del elector para crear estrategias de captación más efectivas.
De su lado, el pensamiento Alicia es la construcción de un discurso político que se refiere constantemente a los objetivos que pretenden, sin explicar cómo lo conseguirán: «vamos a acabar con la delincuencia», «resolveremos el problema de la inmigración irregular», «habrá salud publica de calidad para todos» y así sucesivamente, ahora bien; quienes formulan estas consignas no explican cómo lo harán. Sus sencillas afirmaciones implican que ellos promueven fines nobles y quienes no comulgan con su ideal, son enemigos del pueblo.
Usualmente hay sectores de la oposición a un gobierno; políticos, comunicadores, influencers, entre otros; que abundan en la crítica política sin profundizar en el análisis de las decisiones del gobierno, desarrollando un discurso que nos llevan a un país más que utópico, o sea, una Disneyficación.
Recrean un mundo virtual, faltando solamente «Alicia en el país de las maravillas». Dibujan una realidad en la que todas las fantasías son posibles si nos unimos y trabajamos en una dirección bajo el manto de la ley, sin decir cómo lograrlo.
El planteamiento olvida temas como la disponibilidad de recursos humanos, financieros y materiales; además de la realidad cultural, los elementos formativos del pueblo, usos y costumbres, la cultura organizacional, entre otras variables.
En Hispanoamérica el problema de fondo es la abusiva utilización de la Disneyficación y del «pensamiento Alicia» que, durante decenas de años por muchas agrupaciones políticas las que en un tiempo militaron en la oposición y luego en el gobierno para volver a la oposición, han llevado a la región hacia un marasmo democrático donde impera la desafección. Pero no importa, utilicemos las técnicas y cuando lleguemos al poder enderezamos las cargas.
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